jueves, 14 de mayo de 2009

A Dios le gusta observar, es un bromista: piensa, dota al hombre de instintos.
Os da esa extraordinaria virtud, y ¿qué hace luego? Los utiliza para pasárselo en grande, para reírse de vosotros al ver cómo quebrantáis las reglas. Él dispone las reglas y el tablero y es un auténtico tramposo: mira pero no toques, toca pero no pruebes, prueba pero no saborees. Y mientras os lleva como marionetas de un lado a otro ¿qué hace él? ¡Se descojona!

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