jueves, 30 de julio de 2009

Hoy, canción pirata ^^

Binkusu no sake wo (El buen sake de Binks) (versión original)

Binkusu no sake wo, todoke ni yuku yo
Umikaze kimakase namimakase
Shio no mukou de yuuhi mo sawagu
Soranya wa wokaku tori no uta
Sayonara minato tsumugi no sato yo
DON to icchou utao funade no uta
Kinpa-ginpa mo shibuki ni kaete
Oretachya yku zo umi no kagiri

Binkusu no sake wo, todoke ni yuku yo
warera kaizoku umi watteku
nami wo makura ni negura wa fune yo
ho ni hata ni ketateru wa dokuro
arashi ga kita zo senri no sora ni
nami ga odoru doramu narase
okubyoukaze ni fukakerya saigo
asu no asahi ga nai ja nashi

Binkusu no sake wo, todoke ni yuku yo
kyou ka asu ka to yoi no yume
te wo furu kage ni muy aenai yo
nani wo kuyokuyo asu mo tsukuyo

Binkusu no sake wo, todoke ni yuku yo
DON to icchou utao unaba no uta
douse dare demo itsuka wa hone yo
hatenashi atenashi waraibanashi

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(Traducción)

El buen sake de Binks, te lo traeré señor.
Iré libremente por la brisa del mar y las olas.
El canto del pajaro surcará
las olas, el atardecer y el cielo.
Adiós al puerto, también a mi pueblo
cantemos todos con un Don, mientras el barco zarpa.
Olas de oro y plata disuelven el rocío salado
cuando todos zarpemos hasta los confines del mar.

El buen sake de Binks, te lo traeré señor.
Somos piratas, y surcamos los mares;
las olas son nuestras almohadas, el barco nuestro aposento,
izando con orgullo nuestras velas y banderas.
Viene la tormenta cubriendo miles de kilometros en el cielo,
ahora las olas bailan, golpeando como tambores.
Si te rindes a los vientos, éste podrá ser tu último aliento,
pero si te aferras al mañana, el amanecer volverá a brillar.

El buen sake de Binks, te lo traeré señor.
Hoy y mañana, nuestros sueños pertenecerán a la noche.
Agitando nuestras despedidas, nunca nos encontraremos otra vez;
pero no te aflijas, mañana también será noche de luna.

El buen sake de Binks, te lo traeré señor.
Salgamos a cantar con un Don, la canción de los mares.
No importa quién seas: algún día no serás mas que huesos.
Interminable, interminable, nuestra divertida historia.

El sake de binks (video)
Tiene algunos errores de traducción, pero se hace lo que se puede con mi nivel tan básico

Hoy suena: Matchbox Twenty - How Far We've Come

miércoles, 29 de julio de 2009

Todo es horrible, o terriblemente bello

"El mayor delito es el suicidio, porque es el único que no da lugar al arrepentimiento."
Alejandro Dumas.

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Anochece. Los últimos rayos de sol golpean mi rostro, mientras el lamento de un violín danza alrededor de mis oídos. Abro los ojos y observo: una habitación vacía. Creo que es hora de terminar. Algunas dudas rondan por mi cabeza, pero las disipo con un solo pensamiento: no merezco existir. Mis manos ansían la empuñadura de la katana, la vieja compañera a la que ahora vislumbro unos segundos. Contemplo su filo de hielo que viaja entre el azul y el argenta adornado con refulgentes inscripciones doradas y su empuñadura, de la caoba más agraciada. Abrazo la gélida mano de la hoja, sabiendo que por fin me libraré de los remordimientos que cada noche me asfixian… y podré descansar en armonía. Presiono la katana sobre el vientre, y justo cuando percibo la helada mordedura de la espada congelando mi piel, escucho una voz femenina que interrumpe mis pensamientos, la música, el paso del tiempo… paralizados todos, como en un cuento.

-¿Estás seguro?

Dejo de notar la indomable garra de metal en el vientre, y alzo la cabeza para contemplar a una mujer que se encuentra enfrente de mí. ¿Qué hace ella en mi casa? ¿Cómo ha entrado aquí? Desconozco su identidad… la aprensión nubla mi mente. ¿Cuánto tiempo lleva observándome? Minutos… tal vez horas. Mis ojos chocan por primera vez con sus iris verdes, y siento un escalofrío que se escurre por mi estremecido cuerpo, sin saber muy bien por qué. Quizá sea por la determinación y la autoridad que emana su penetrante mirada, que parece filtrarse de manera traicionera en mi mente. La examino con detenimiento, más por precaución que por curiosidad. Parece que ella también lo está haciendo… pero no dice nada. Me limito a asentir con la cabeza.

-¿Por qué?

De nuevo silencio. Bajo la cabeza para ver el milimétrico corte que adorna el vientre, sin alcanzar su cenit. ¿Por qué quiero suicidarme? He pensado tantas veces en ello y no he encontrado aún ningún motivo lógico… pero quiero hacerlo. La chica vuelve a hablar, desvaneciendo mis pensamientos.

-¿No lo sabes? –pregunta- ¿Por qué lo haces, entonces?

Vacilo unos instantes. Los argénteos tentáculos de la Luna acarician con ternura el rostro de la misteriosa visitante.

-Odio vivir.

Ella me mira con renovado interés. Siento como si fuera un mísero animal atrapado en un atroz y sádico juego al que no pudiera negarme a participar.

-No puedes odiar la vida. Es como si negaras las bases que sustentan este mundo.
-No he dicho que abomine a la vida en sí. Simplemente aborrezco mi existencia. Sólo me ha traído una lóbrega, melancólica y taciturna amargura que ha ido enturbiando mi agónico corazón día a día, y no quiero que se siga expandiendo. Mi único deseo es terminar con todo.

Desconozco la esotérica justificación de por qué ha aparecido esa enigmática mujer en mi habitación… pero ya no me atañe. No permitiré que mi angustiosa pesadumbre siga dilatándose por más tiempo.

Oprimo con fuerza la espada contra mi vientre… pero la katana ya no está en mis manos. A decir verdad, hace rato que ya no está en mis puños, pero acabo de darme cuenta. Vuelco la cabeza, buscando el nefasto artefacto, y mis ojos se postran ante mi hermosa y melindrosa espada, mientras la mujer la sostiene con enjundia en sus manos.

Contemplo atónito a la misteriosa mujer, mientras la anarquía y el caos irrumpen en mi psique. Intento cuestionar cómo ha realizado semejante hazaña, pero solo llego a gesticular unos leves balbuceos. Ella se ríe.

-Así que esta es tu katana… Make.

¿Cómo demonios conoce el nombre de mi espada? ¿Acaso ha estado observándome durante tiempo?

-¿Sabes qué significa la palabra “Make”, chico?

Permanezco en silencio, corroído por la vomitiva incertidumbre de ser un juguete en manos de una extraña. Niego con la cabeza.

-Make es una palabra japonesa que significa “derrota”. Un nombre de lo más apropiado, si tenemos en cuenta lo que intentabas hacer con ella, ¿verdad chico? Sí… parece ser que finalmente has sido derrotado por el cruel y surrealista juego que es la vida.

Hago caso omiso de sus palabras mientras examino detenidamente a la extraña visitante. No puedo apartar la vista de ella. Su rostro inocente, contrasta con su largo y desaliñado cabello que le llega hasta la cintura, dándole un matiz salvaje al aspecto de la chica. Mi mirada sigue enganchada a sus ojos de aceituna.

-¿Quién eres tú?

Suelta una sonora carcajada, vigorosa y dinámica.

-Quién soy yo… es una buena pregunta. La verdad es que no tengo nombre… no lo necesito… aunque si te es más fácil conversar conmigo, puedes llamarme Kokoro.

Kokoro. Su mera mención reclama la atención de mis sentidos.

-Veo que no conoces el significado del nombre… te echaré una mano.

Espero imperturbablemente a que la mujer continúe. Al cabo de unos segundos, escucho el crepitar de unas hojas detrás de mí. Doy media vuelta con incertidumbre para encontrarme con un insólito libro cuyas páginas se alternan solas. Intento convencerme de que el ejecutor de tal incoherente hazaña es el viento, mientras vuelvo a observar a Kokoro, la cual parece impaciente por que lea el incognoscible mensaje que oculta el texto. El céfiro ha cesado, permitiendo al libro detenerse en una página determinada. En ella, sólo se dice:

Kokoro, corazón (núcleo espiritual humano) - alma - mente”.

Miro extrañado a la chica que se hace llamar “Kokoro”. ¿Qué intenta decirme? ¿Núcleo espiritual humano? ¿Se mofa de mí? Intento reflexionar y tratar de averiguar a qué se debe tan inhumana penitencia en los últimos suspiros de mi luctuosa existencia. Alzo la cabeza únicamente para descubrir la decepción y el desengaño en la mirada de la mujer.

-Vamos. Te creía mas avispado. ¿Quién crees que soy?

Una momentánea idea cruza mi mente al igual que las exhalaciones traspasan el imperecedero y perpetuo universo.

-¿Eres… Dios?

Sus estridentes carcajadas vuelven a inundar la habitación. No me regocijo de sus bufonadas que calan con fuerza en mí vanidad, y la paciencia que suele caracterizarme comienza a disiparse.

-De verdad chico, qué ideas más disparatadas. ¿De verdad crees que soy Dios?
-No puedo saber quién o qué eres. Lo único que puedo conjeturar es que tu único esparcimiento consiste en mortificarme antes de alcanzar mi tregua eterna.

Me contempla con una sonrisa de oreja a oreja. Parece deleitarse con nuestro estrambótico diálogo.

-Mis designios no son afligirte, chico. Solo deseo que halles mi verdadera identidad.

Ya no siento curiosidad por ella. Sus diabólicas carcajadas y sus ambiguas preguntas me han desmembrado mi entereza como si de un sádico verdugo se tratara. Si pudiera coger a Make y borrar esa estúpida sonrisa de su rostro…

-No hace falta que lo intentes chico.
-¿Qué?
-No es necesario que pruebes a atravesarme con tu espada.

¿¡Cómo demonios ha podido adivinar eso!? ¿Puede leerme la mente?

-No es preciso porque… ya estoy herida de muerte y nadie puede salvarme.

La chica deja de sonreír y aparta su pelo del vientre para mostrarme un profundo corte supurante de sufrimiento, dolor y sangre. Contemplo horripilado el estigma que Kokoro parece sobrellevar consigo, mientras intento contener el convulsivo contenido de mi estómago. El arrebato de cólera que antes invadía mi organismo se había desvanecido con la misma rapidez que había brotado.

-¿Por qué permaneces impasible, chico? Hace un instante deseabas atravesarme con tu espada. Ansiabas de todo corazón engendrarme un corte similar al que poseo yo ahora.
-¡No iba a hacerlo! ¡Tendrías que haberme dicho que estabas herida!
-Sí que ibas a hacerlo. No hay ningún motivo para que quieras salvarme. ¿O sí?

Intento aclarar mi mente. Ella tiene razón. Hace unos instantes estaba lleno de ira asesina, y al ver la herida, ese insaciable frenesí se ha desvanecido completamente dando lugar a… ¿remordimientos? ¡¿Por qué?! ¡Yo no le he hecho esa herida! ¡No tengo motivos para sentirme culpable, y, sin embargo, noto cómo me corroen las entrañas, devorándome lánguida pero ávidamente.

-¿De verdad? Entonces no has comprendido nada.
-¡¿Qué?! ¡¿Qué demonios he de comprender?!

Kokoro se toma su tiempo en contestar. No parece segura de qué decirme. Tras un par de angustiosos minutos, se digna a contestar… y la respuesta, me coge por sorpresa.

-Has de entender… que tú eres el causante de mi herida.

Sé que es cierto. Mi corazón sabe que yo he sentenciado el sino de la mujer, y la languidez de los remordimientos se desvanece para dar paso a un torrente de culpa que abrasa el interior de mi cuerpo en su totalidad.

-No… -intento decir, con voz temblorosa- eso es imposible…. ¿Cuándo… cuándo lo he hecho?
-Obviamente cuando te has clavado a Make.
-Pero si no me la he clavado. Solo me he hecho un simple rasguño… ¡además, eso no tiene sentido! ¡¡Tú todavía no existías!!

Lanza un suspiro de exasperación. Parece decepcionada.

-Siempre he existido, chico. Perennemente he estado a tu lado, alimentándome de los exiguos conocimientos que has llegado a ofrecerme.

Su mirada se manifiesta más intensa que nunca, y me siento desnudo a sus ojos.

-¡Vamos! Parece mentira que seamos la misma persona.

La miro un momento a los ojos, impasible. Durante un instante que parecieron eones desde mi percepción, intenté procesar la información recibida.
-¡¿Que somos qué?!

Sonríe y suelta una pequeña carcajada risueña. Empieza a pasearse, jugando con mi espada.

-Somos el mismo ente, chico. Tenemos la misma identidad. ¡Somos la misma puñetera persona! ¿Lo vas cogiendo?

Un rayo de luz ilumina el interior de mi cabeza. Empiezo a relacionar todos los datos…

-Kokoro… creo entender por qué te haces llamar así. Entonces, ¿eres mi alma?

Asiente con una sonrisa de satisfacción en los labios.

-Algo así, chico.
-¿Y por qué… por qué estás aquí?
-Para hacerte entrar en razón…

Tras esta inquietante revelación, se hace el silencio. Ella espera a ver mi reacción mientras yo intento dilucidar mis pensamientos, que se emergen a la misma celeridad que desaparecen.
-Pero… pero Kokoro… yo ya he decidido qué hacer con mi vida… no quiero… continuar con mi sórdida existencia.

Entonces ella se levanta y, para mi sorpresa, me abofetea con fuerza. Me llevo la mano a la mejilla, observando a Kokoro con miedo.

-¡Eres idiota! ¡Las vidas no se desperdician así como así, crío estúpido! ¡Puede que la vida sea efímera, difícil y en ocasiones cruel, pero no es motivo para prescindir de un don tan preciado!

Suspira y parece calmarse. Su voz se torna tranquila cuando me habla.

-Lo que hiciste en el pasado, chico, no puedes remediarlo. Cometiste un error… pero tu vida no es el precio a pagar por ello, pues ella tiene un valor incalculable. No mueras para cesar tu sufrimiento. ¡Lucha para redimir tus pecados! ¡Transforma tu vida en lo que siempre has deseado!

Las verdades que manifiesta caen sobre mí como un jarro de agua helada, y mis lágrimas, convertidas en crisálidas de escarcha, se deslizan por mis mejillas. Caigo de rodillas ante Kokoro.

-Yo… Kokoro… perdóname.

Ella sonríe pero no habla, permitiendo que se perpetúe mi disculpa.

-No puedo continuar con esto. No quiero morir, Kokoro. Eres…mi alma… y puedo apreciar que no quieres morir. No puedo negar lo que mi propio corazón desea…

Kokoro se levanta, con Make en la mano y se acerca lentamente hacia mí.

-Veo que has comprendido… lo que quería decir. Es una lástima que sea demasiado tarde.

No tengo tiempo para contestar, pues la mordedura de Make desgarra mi vientre, y la sangre comienza a deslizarse a través de la herida.

-Debiste comprenderlo por ti mismo, antes de desperdiciar tu vida. ¿No lo recuerdas?… estoy herida de muerte y nadie puede salvarme. Ni siquiera tú, pues Make ya exploraba tus entrañas antes de que yo apareciera. Has cometido un último error, y has pagado un precio demasiado alto. Adiós chico… espero que nos volvamos a encontrar en el más allá.

Observé cómo Kokoro se desvanecía lentamente mientras la vida se escurría por mi entumecido cuerpo, sin embargo no estaba asustado. Le dediqué una sonrisa a Kokoro… más bien, mi primera sonrisa en muchos días… y la última. Y ella supo que afrontaba mi propia muerte; y fue justo en ese preciso instante cuando comprendí de un modo claro, diáfano, sin dudas ni pesares, sin remordimientos y con la lucidez inteligente del último segundo de existencia… el verdadero valor que tiene la vida.

Hoy suena: Enrique Bunbury & Nacho Vegas - No fue bueno, pero fue lo mejor

miércoles, 22 de julio de 2009

Hoy, cine



"Cuando se acerca el peligro,
aprovéchate de sus miedos"

Reefer Madness: The Movie Musical (2005)

viernes, 17 de julio de 2009

Mi primer pasaporte.

Mi primera manzana se llamaba quién eres
mi primera hipoteca se llamaba después
mi primer laberitno se llamaba mujeres
mi primera dejetivo se llamaba al revés.

Mi primera guitarra se llamaba extranjero
mi primera moneda se llamaba real
mi primer mandamiento se llamaba no quiero
mi primer uniforme se llamaba papá.

Mi primer apellido se llamaba Martínez
mi primer desconsuelo se llamaba Lulú
mis primeros Abeles se llamaban Caínes
mi primer don Quijote se llamaba Mambrú.

Mi primer espejismo se llamaba verano
mi primera fulana se llamaba por fin
mi primer pasaporte se llamaba Mariano
mi primer aeropuerto se llamaba París.

Mi primera estación se llamaba horizonte
mi primera venganza se llamaba perdón
mi primer cigarrillo se llamaba Bisonte
mi primer crucigrama se llamaba canción.

Tercetos encabronados

Qué antiguas las vanguardias de diseño,
fibra óptica y caspa, ¿a qué jugamos
más lejos cada vez del horizonte?

La duda es la razón, la sed mi dueño,
paso ligero, tronco, que nso vamos
antes deque Mahoma suba al monte.

¿Qué queda de la sarna y la anarquía,
los maquis, los Durrutis, las Dolores
que se jugaban todo y el pellejo?

Miré los muros de la patria mía,
ayer tan rojos, hoy tan sinsabores,
y me puse a llorar contra el espejo.

Las niñas sólo quieren ser famosas,
modelos, putas, qué mas da, azafatas
de la ONG de ricos sin fronteras,

calientapollas, mantis religiosas,
Lolitas, Mesalinas, garrapatas,
mulatas que te roban la cartera.

Y yo, en un laberinto de secano,
convicto de humedades imposibles,
adicto al aquelarre del deseo,

viudo de una nube de verano,
perdido en una selva de imperdibles,
sin más fe que el derecho al pataleo.

viernes, 10 de julio de 2009

"Suicidio Colectivo" (1936) David Alfaro Siqueiros

" No hay motivos para vivir, pero tampoco hay motivos para morir, la única manera con que se nos permite demostrar nuestro desdén por la vida, es aceptarla, la vida no merece que nos tomemos el trabajo de abandonarla, el suicidio es muy cómodo, no paro de pensarlo, es demasiado cómodo, yo no me he suicidado, subsiste un pesar, no quisiera partir antes de haberme comprometido, quisiera, al partir, llevarme Notre-Dame, el amor o la República. "
Jacques Rigaut


martes, 7 de julio de 2009

No te amo, no hay lugar


" No te amo, amo los celos que te tengo,
son lo único tuyo que me queda,
los celos y la rabia que te tengo,
hidrófobo de ti me ahogo en vino.

No te amo, amo mis celos, esos celos
son lo único tuyo que me queda.
Cuando desaparezca en esos cielos
de odio te ladraré porque no vienes.
"

lunes, 6 de julio de 2009

"No fue bueno, pero fue lo mejor"


Hoy suena: Enrique Bunbury - Canción Cruel

jueves, 2 de julio de 2009

Stellazios

Aries y sus once amigos querían conquistar a Virgo. Un día Aries partió hacia el este.
Tauro quería hacerle un regalo y buscar por todas partes la primera estrella de la noche.
Géminis en un arroyo le cantó una canción: "Espero que esta melodía te alcance".
Cáncer se dirigía al promontorio donde estaba Virgo. "Cuando el sol se hunda en el mar, ¿te veré?"
En el mar Leo esperaba la puesta del sol. Llegó Cáncer pelearon y al agua fueron a parar.
En el promontorio del ocaso Virgo dijo: "Sólo deseo contemplar la puesta de sol contigo".
Libra llevaba siempre la contraria. Si el Sol iba para aquí, él iba para allá. ¿Podría ver a Virgo?
Escorpio vivía mirando su sombra. Ese día le dio espaldas a su sombra y subió por la colina.
Por la noche Sagitario fue a buscar a Virgo. El viento del norte le acariciana la mejilla derecha.
Capricornio corrió y corrió hacia el sol. Pero cuando el sol llegó a la cima cayó dormido.
Acuario que llegó el último preguntó: "¿Quién ha besado a Virgo?".
Piscis dijo en voz baja: "Ve donde estaba el elegido de Virgo. Él te contará el resto".

Sin pensar en el pasado ni en el futuro, Virgo y Escorpio se besaron a la luz del Ocaso


Hoy suena:
Hamlet - Imaginé