lunes, 8 de marzo de 2010

Descifrar disfraces

Disfrazarse tiene algo misterioso; hay quien lo hace para mostrarse, hay quien se oculta tras él, alguno busca despistar y otro encuentra la identidad soñada. El carnaval permite reinar por un día, pura democracia para ser tú mismo, meterte en la piel de otro, salir de la tuya, reírse de miserias o añorar lo que pudo ser. A saber qué hay detrás de lo que va delante. El disfraz exhibe inhibiciones e inhibe exhibiciones.

Pero si a alguien resulta complejo encontrar el adecuado, es al político: fácil por su gran versatilidad y difícil por tantas opciones; la abundancia es un problema. Un disfraz para gobernar, otro para opositar, éste para inaugurar, aquél para clausurar, éste de concejal, aquél de presidente autonómico.

Fíjense en Montilla, por ejemplo, como ministro le erizaba la piel ese himno que hoy le escarpia el pelo. Cierto, también hubo quien encontró en el disfraz un traje a medida y terminó adaptando alma y cuerpo con dietas ideológicas y ejercicios físicos, como Aznar que, disfrazado de intelectual, permanece en el mundo de las ideas para irradiar sabiduría periódicamente, o González que, revestido de Pontífice, habita su particular Vaticano desde donde imparte bendiciones 'urbi et orbi' y crea joyas «puro arte».

En la triste realidad actual, no por los artistas -que también merecerán homenaje-, sino por la crueldad espacio-temporal, hay diversidad de carismas. Zapatero tiene fondo de armario: Bambi, orador -de(s)ayuno-, 'plañificador' experto en crisis, y quizá le convenga unir apellido y tarea para remendar esa suela rota de tanto correr tras Italia y Francia. Rajoy, en cambio, merece darse una alegría, traje de flores terapia para esa morriña tan suya y evitar, de paso, nuestro bostezo, o la toga de Demóstenes a fin de descubrir que oratoria y entonación pueden ser amigos para siempre. Quien renuncia -al fin será él- es Laporta, llamado a salvar Catalunya, obligado a vivir como president de mucho-más-que-un-club y harto de tanta careta sale al escenario para reencarnarse en Companys.

El panorama nacional tiene otras joyas como Revilla, que reniega del apellido chacinero para vestirse de pescador de anchoa; Camps, animal político, que prefiere la adaptabilidad camaleónica, o Barrera que, erre que erre, insiste con su apellido.

En Asturias tampoco desmerecemos. Ovidio quizá recupere el aire 'hippy' sesentayochesco y se desmelene; acaso Javier Fernández salga de la cueva para decir que Mudito era solo un disfraz; a lo mejor, Gabino recupere materia y vuelva al Pleno que hoy preside espiritualmente, y Ana Rosa (Migoya), a quien el traje de consejera le sienta genial, persevere a falta de concretar una nueva cartera

Hoy suena: Rage Against the Machine - Testify

Who controls the past now controls the future
Who controls the present now controls the past
Who controls the past now controls the future
Who controls the present now?

1 comentario:

Serra dijo...

El mejor es el fondo de armario de Esperanza Aguirre: de colegiala en entregas de premios entre tantos Cristianos y Gasoles, se convierte después en la tía más chula del partido que insulta a compañeros y manda callar a periodistas...

Puro camaleonismo...